En la pequeña pedanía requenense, la vieja bodega Del Valle ha vuelto a la vida y expone el espacio y la maquinaria que se comenzó a utilizar en 1941
La bodega Del Valle, la misma que cerró a finales de los años ochenta después de cuatro décadas de actividad, ha regresado a la vida para deleite de los amantes del vino. La bodega, que puso en marcha Anselmo Del Valle al finalizar la Guerra Civil, cerró cuando resultaba más rentable llevar la cosecha a la cooperativa que invertir en equipamiento nuevo.
Afortunadamente, nada se perdió. El espacio, las máquinas y las herramientas que habían quedado olvidados fueron recuperados por otro Del Valle, Ricardo, que en 2019 revivió la memoria de su bisabuelo y de la enología tradicional. Este joven enólogo, enamorado de la vida rural y de su pequeño pueblo, restauró la antigua bodega familiar y sus útiles convirtiéndola en un pequeño museo que permite conocer hoy cómo eran las técnicas antiguas de elaboración del vino. Y las modernas. Porque Ricardo y Mireia, su pareja, han incorporado a la bodega una zona de elaboración contemporánea, donde reina el acero inoxidable y de donde sale una limitada pero interesante producción de vino elaborado con uva de viñedos viejos.
Gracias a su propuesta, los enoturistas que se aproximan a la zona tienen oportunidad de conocer mejor la vitivinicultura de la comarca, desde los viñedos y su ciclo vital hasta las elaboraciones de ayer y de hoy. Con cata incluida, por supuesto.