Grandes bodegas. Grandes tinajas.

En toda la comarca, las bodegas medievales se ubicaron en el subsuelo. Pero, a medida que avanzaba el cultivo de la vid y la producción de vino, los núcleos de población fueron creciendo y esos espacios para el vino fueron agrandándose y multiplicándose: Caudete de las Fuentes, Villargordo del Cabriel, Venta del Moro, Camporrobles..Todas las poblaciones del territorio siguieron el mismo modelo.  

Las bodegas multiplican su tamaño 

A partir del siglo XVIII, cuando la roturación de montes se multiplicó y aumentaron la plantación de viñedo y el comercio del vino, las bodegas subterráneas incrementaron considerablemente su tamaño. Los bodegueros necesitaban más espacio para acoger una producción creciente. El fenómeno se inició en Utiel, donde el subsuelo arcilloso facilitaba las tareas, permitiendo a los constructores de aquellos tiempos realizar bodegas muy espaciosas. Pero se replicó pueblo por pueblo y aldea por aldea. Por toda la Tierra Bobal se construyeron bodegas similares, hechas a demanda del propietario y de sus ambiciones. Muchas de estas construcciones han llegado hasta nuestros días y visitarlas es una experiencia inolvidable que ningún amante de los vinos debería perderse.  

Las variaciones existentes ─hay bodegas ovaladas, rectilíneas, con varios niveles interiores dependían, sobre todo, de las características del terreno en el que se ubicara la infraestructura. Después de todo, era un formato heredado del medievo y que, en el siglo XVIII, solo presentaría dos novedades: la primera era que el tamaño de la bodega había crecido. La otra, que en su interior se abandonaron los recipientes la madera para dar paso a las grandes tinajas de arcilla cocida. 

El paso de la madera a la tinaja 

Las ánforas de cerámica, que fueron protagonista en la fabricación del vino durante antigüedad iberorromana, quedaron olvidadas hacia el siglo VII. Desde ese momento y durante más de diez siglos, las cubas de madera fueron los recipientes utilizados para la fermentación y el almacenamiento de los vinos de la Tierra Bobal. Esos materiales no han llegado hasta nosotros, pero sabemos por referencias documentales que era costumbre de la comarca utilizar maderas de los bosques próximos para su fabricación. Y no solo los robles. Hasta que los montes fueron retrocediendo por efecto de la roturación. Entonces se impuso la utilización de tinajas elaboradas con arcilla horneada. Eso sí, de dimensiones impresionantes, muy diferentes a aquellas ánforas que se habían utilizado tantos siglos atrás. 

Parece que las primeras tinajas usadas en la comarca llegaron desde Villarrobledo, imaginamos que con muchas dificultades para su traslado. Pero pronto los alfareros utielanos, posiblemente tras un periodo de aprendizaje con artesanos de otra zona, iniciaron una industria tinajera propia que se mantendría viva en la zona hasta los primeros compases del siglo XX y de la que puedes saber más detalles aquí

Del cubo al trullo 

El proceso de vinificación no cambió en esencia a lo largo de esta época. El vino producido en la región siguió siendo un clarete, pues los hollejos no maceraban en el mosto. Sin envejecimiento. Para el año. Pero al haber una intención comercial evidente, sí que comenzaron a completarse las instalaciones bodegueras, incorporando en la mayoría de ellas (al menos en las de mayor capacidad) ingeniosos lagares, llamados cubos en el medievo y ahora trullos, que facilitaban la extracción del mosto y su envío a la tinaja. Era una visión netamente industrial. 

Tierra Bobal aún no era el mar de viñas que llegaría a ser, pero sus viticultores y sus bodegueros sentaron en esta centuria las bases de un cambio que llegaría décadas después de forma apabullante. 

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